Las cubiertas son las superficies más susceptibles a sufrir filtraciones de agua, debido a su intensa exposición directa y horizontal a la lluvia, la nieve y otras inclemencias del tiempo.
Por ello es necesaria la aplicación de productos que contribuyan a garantizar un total impermeabilización de la superficie frente al agua. De este modo, estaremos evitando problemas tan familiares como goteras o humedades en el interior de nuestra vivienda.
Si bien en el mercado podemos encontrar una amplia variedad de soluciones, resultando más o menos costosas y de mayor o menor calidad, es necesario contar con un equipo experto que nos asesore según las necesidades de nuestro inmueble.
Como su propio nombre indica, un material impermeabilizante es aquel que, gracias a sus características, no permite el paso de agua, actuando como un paraguas sobre la superficie que protege.
Para hacer la elección del impermeabilizante más adecuado, primero debemos conocer la composición del sustrato sobre el que vamos a aplicarlo, así como sus propiedades aislantes.
Así pues, la aplicación de una u otra media impermeabilizante dependerá mucho de si nos encontramos ante una tela asfáltica, una superficie de hormigón, de ladrillo, metálicas, madera, rasilla y teja, baldosas, etc.
Dependiendo del presupuesto que dispongamos y del nivel de protección requerido, contamos con diversas formas de impermeabilizar una cubierta. Entre ellas distinguimos:
Comúnmente conocidas como láminas asfálticas, posiblemente se trate del sistema más extendido y tradicional de todos. Estas láminas impermeabilizantes están compuestas por sustancias bituminosas derivadas del asfalto, como el oxiasfalto o el betún, que, mediante la aplicación directa de calor, quedan adheridas a la cubierta evitando filtraciones.
Entre sus ventajas podemos destacar su alta durabilidad. Pese a ello, se trata de una forma costosa y poco flexible de impermeabilizar una cubierta. Además, a ello tenemos que sumar que su colocación resulta bastante complicada y que el material es muy poco resistente a la insolación. Por ello, es necesario revestir su superficie para protegerla con otros materiales, como el suelo cerámico, por ejemplo, encareciendo aún más su implantación.
Ante una insolación continua, el material es susceptible de perder su elasticidad, pudiendo desprenderse del soporte cuando este se dilata.
El caucho es un material impermeabilizante compuesto por copolímeros sintéticos que, en base acuosa, suele aplicarse para la impermeabilización de terrazas. Además, destaca por ser la opción más económica de todas.
Sin embargo, el principal problema del caucho clorado es que necesita cierto mantenimiento para conservar sus propiedades aislantes. De hecho, se recomienda aplicar una capa de revestimientos protectores y repintar las superficies tratadas al clorocaucho cada 2 años.
El motivo es que, debido a su exposición a la intemperie, esta pintura protectora tiende a secarse y resquebrajarse. Cuando se produce la rotura, el caucho clorado pierde todas sus propiedades impermeabilizantes.
Su aplicación es en frío y, a diferencia de las láminas bituminosas, su material de caucho resulta más resistente a la intemperie y a los rayos UV. Es por ello que este sistema no requiere de ninguna protección adicional. Por tanto, se convierte en una de las opciones más duraderas y de mejor calidad.
Sin embargo, también es la solución más cara de todas y no apta para todos los bolsillos. Asimismo, su aplicación es bastante complicada y necesita un alto nivel de capacitación.
Este sistema se utiliza en la impermeabilización de cubiertas mediante la aplicación de un material líquido que, cuando seca, forma una membrana impermeabilizadora de cierto espesor.
Lo bueno es que esta solución es resistente a las inclemencias del tiempo, así como a las altas temperaturas. Además, ofrece continuidad a la superficie, suponiendo una opción bastante estética.
El inconveniente es que, cuando no es aplicado correctamente por profesionales, la membrana puede no adquirir el espesor mínimo necesario para una buena impermeabilización.
La mejor época para impermeabilizar cualquier tipo de cubierta es en la época previa a las lluvias.
Especialmente se recomienda en primavera, cuando las temperaturas son lo suficiente altas como para proporcionar un secado del producto más rápido y las superficies abssorben mejor el impermeabilizante.
El tiempo variará mucho, atendiendo principalmente a la calidad del producto empleado. Normalmente un impermeabilizante ostenta una vida útil de entre 3 a 10 años. Por tanto, recomendamos que después de la primera vez que se aplique el impermeabilizante, se debe volver a aplicar 3 años después como mantenimiento. Después de esta, la aplicación puede realizarse cada 10 años.
Sin embargo, la supervisión constante de las azoteas es la mejor manera de verificar si tu vivienda requiere impermeabilización.
Haciendo una inspección visual en las azoteas o techos de las viviendas. Resulta sencillo verificar si han aparecido grietas, fisuras o desprendimientos. Si fuera el caso, sería necesario impermeabilizar la superficie.
En Canalones ADA disponemos de un equipo altamente cualificado en la impermeabilización de cubiertas, dispuesto a valorar tu caso y a realizar un presupuesto de acuerdo a tus necesidades.
Para ello, ponte en contacto con nosotros llamando al 664 210 812 o al 91 061 73 31.
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